sábado, 28 de enero de 2017

SIETE AÑOS. DE “NACER” A “RESURGIR”

Hace ya siete años. Siete. ¡Cómo pasa el tiempo!. Aunque para algunos no parezca cobrarles tributo alguno. Por lo menos, en lo físico. Rufi, está como siempre. Vistas las imágenes de hace siete años en el palacio Euskalduna y visionadas las de este fin de semana en el congreso de Sortu, la figura del dirigente de la Izquierda Abertzale resulta inalterable. Téngase esta apreciación como un halago. No lo digo yo. Me lo comentaba el otro día una compañera. “Por el “rubio” no pasan los años”. Y es cierto. A renglón seguido alguien apostilló con ironía, “de esa imagen sólo envejece el cuadro que tiene a su espalda”, como en la obra maestra  de Oscar Wilde  “el retrato de Dorian Gray “. 

Pero han pasado siente años ya –como  corre el calendario- desde que el mencionado Rufi Etxeberria y el abogado Iñigo Iruin presentaran en Bilbao, con inusitada expectación , los estatutos de la nueva formación política en ciernes; Sortu.  Las videotecas recuperaron el momento. Un espacio trascendente, de gran relevancia política. La Izquierda Abertzale emergía a un nuevo tiempo deslegitimando la violencia y rompiendo años de estrategia político-militar.  Fue un paso notable. Que rompía con el pasado y que desbarataba también la ilegalización política. 

Siete años, siete, del “alumbramiento”, del “renacimiento” de la Izquierda Abertzale.  Aquella  ruptura sembró de esperanzas el horizonte de este país. Algunas expectativas, satisfactoriamente se han cumplido. Otras esperan a verse satisfechas. Luces y sombras.

En el ámbito general, la configuración de Sortu nos ha traído a todos los vascos un bien incontestable; el final de la actividad violenta por parte de ETA. Porque no se entiende el “cese armado” sin la ruptura de del nudo gordiano político-militar por parte de la Izquierda Abertzale. De ahí que   cuando desde ese mundo se reivindica un “cachito de paz”, debamos darles la razón. Es cierto que la actividad terrorista había sido derrotada por la acción policial, judicial y el rechazo social. Pero no es menos cierto que siendo esto así, la certificación del final del ciclo fue materializada por la decisión unilateral e inequívoca de la Izquierda Abertzale que dejó clara su voluntad de punto final.

Y en ese sentido cabe adjudicarse a cada cual su parte de responsabilidad. Y la decisión asumida por Sortu de actuar única y exclusivamente por vías pacíficas y democráticas resolvió la incógnita de una ecuación que se cernía como una pesadilla constante para el conjunto de la sociedad vasca. Al césar lo que es del césar. 

Otra cosa bien distinta es que aquel pronunciamiento radical no haya sabido resolver en su totalidad las consecuencias que debía haber producido. Siete años después de aquel hito, la Izquierda Abertzale mantiene pendientes  decisiones que lastran su proyección y crecimiento. Porque para aspirar a liderar políticamente a un segmento social es necesario  eliminar los obstáculos internos que le persiguen  sin solución de continuidad.

Siete años es ya tiempo suficiente para, si se quiere liderar la vanguardia de un movimiento político, despejar las interferencias  heredadas de un pasado en el que la política era un apéndice de una estructura bélica. Por mucho que la hoja de ruta de apaciguamiento configurara un camino de negociación, la realidad siempre impera al deseo. Las cosas no son como uno quiere que sean sino que, simplemente son. Y por mucho que se repita que el desarme, la desmilitarización o la humanización del “conflicto”  vendrán de una acción  negociada y pactada entre  ETA y los gobierno español y francés, si estos no admiten –no lo han hecho ni lo harán-, la Izquierda Abertzale deberá habilitar nuevas fórmulas, nuevas soluciones que impliquen, mal que les pese, decisiones unilaterales que, especialmente para ellos, resulten eficaces. Porque quien espera, desespera. Eso es lo que en todo este tiempo –siete años ya-  enreda y atenaza a Sortu.  Acabar significa cerrar, poner punto final.  Solo así se podrá iniciar  con energía un nuevo capítulo. 

El problema que se observa es que en todo ese mundo  parece haber sectores que no tienen claro cómo escribir la última página de la historia del mito, de la organización que lo fue todo y que parece atrapada en una encrucijada  que, a modo de tapón,  atasca el camino de la nueva Izquierda Abertzale. 

En su último comunicado que hemos conocido,  tras el lamentable episodio de Luhoso, ETA anunciaba su voluntad de declararse “lo antes posible que ya no es una organización armada”.  Deshabilitar el arsenal existente es una asignatura que hace tiempo debía haber resuelto ETA (¿para qué quiere las armas quien ha decidido ya no volverlas a utilizar?). La cuestión  no es que ETA –como insospechadamente ha afirmado Patxi Zabaleta- se convierta en una “organización sin armas”. 

La clave está en que deje de ser “organización”. Sin “objeto social” no tiene sentido mantener una estructura. Además, perpetuar la entelequia lo único que hace es dificultar la capacidad de liderazgo de Sortu . Por no hablar del obstáculo que supone para sus militantes –que accedieron voluntariamente a su activismo- decidir por sí mismos que camino personal proseguir ante la evidencia cierta de que el proyecto por el que comprometieron su acción vital, y sus consecuencias,  se encuentra en extinción y finiquito.

Mientras eso siga atascado difícilmente repuntará Sortu . El retorno de Otegi a la primera fila de la formación política de la Izquierda Abertzale presagiaba  un cambio de tendencia. Parecía como si, de una vez, se centrara toda la atención en el potencial ideológico y político del nuevo proyecto que hasta entonces había subrogado su protagonismo en la miscelánea de EH Bildu.  Pero, para que Otegi desplegara todas sus habilidades y procurara atraer la ilusión perdida en torno al proyecto de Sortu, debía haber tenido el camino despejado de obstáculos internos. Las “etxeko lanak”  pendientes deberían haber sido resueltas. Y no ha sido así.  Siete años después siguen ahí, dificultando y embargando el recorrido de un partido que quiere y no puede  mirar al conjunto de la sociedad vasca. 

Quiere y no puede porque lo que de verdad le apremia  y le ocupa son sus problemas internos insatisfechos. 

La renovación anunciada tendrá que  seguir esperando. Por mucho que el nuevo cuadro dirigente se esmere en esbozar nuevas líneas de actuación, terminan hablando de lo mismo. Las últimas declaraciones de Miren Zabaleta, una de las llamadas a encabezar el nuevo rumbo, atestiguan el colapso.  Su pensamiento sigue estando en “los presos, en los exilados, en la resolución del conflicto”, un “nuevo relato sin vencedores ni vencidos”.  Dando vueltas una y otra vez a la misma rotonda, sin encontrar la vía de escape.  Y en ese bucle se vuelve a acuñar  el discurso viejuno de que para tejer alianzas y complicidades con el PNV se diferencia a su base militante – a la que se adula- y a sus dirigentes –con quienes nada se puede hacer-.  Maniqueísmo trasnochado de tiempos pretéritos en los que la confrontación era la única respuesta  que se esperaba de la Izquierda abertzale. Excusas y pretextos que hoy sobran.  

Siete años. Siete. De Sortu a Birsortu. De nacer a resurgir.  Como si en siete escasos años de vida  el proyecto original  se estuviera ahogando y necesitara  nuevo oxígeno para seguir adelante.  Ojalá hayan tomado aire suficiente para poder derribar los obstáculos que les dificultan la marcha.  

El tiempo pasa para todos. La cuestión es saberlo gestionar. De ellos depende progresar o envejecer anticipadamente.  Quienes vamos a cumplir 122 años en el camino sabemos de lo que hablamos.

1 comentario:

  1. Es recurrente en la IA la apelación a la militancia del PNV. El fondo es que saben que si con el PNV es complicado,sin el PNV es imposible por mucho que voceen. Supongo que sabrán también que si la militancia del PNV comulgara con sus tesis y estrategias votaría Bildu. En fin, que siguen confundiendo sueños con realidad estos "extraordinarios" estrategas que vuelven, tras cuarenta años, al punto de partida solo que con el campo embarrado de cojones..........
    Lo que ignoraba yo era que el PNV era connivente con el terrorismo de ETA en el año 2008. Lo dijo en jake de etb hace una semana un tal Andoni Unzalu,literalmente. No he escuchado desmentido ninguno a tal afirmación, y mira que sería fácil responder al miembro de un partido con ministros y altos cargos encarcelados en su tiempo por organizar,financiar y dar cobertura a una banda terorista, a más, cuyo secretario general e infinidad de cargos y militantes abrazaban y jaleaban a las puertas de la cárcel........
    Está bien responder a Sortu cuando sea preciso, pero de la misma manera se debería responder a cualquier otro que ataque la dignidad de tanta y tanta gente, ya sea socio de gobierno o el sursuncorda.
    Txabi Balza debe estar encantado,supongo.

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