sábado, 31 de diciembre de 2016

PENSAMIENTOS ABRUPTOS

Leía el otro día a Juan José Millás. Me encanta cómo escribe. Y las cosas que publica. Tiene un especial sentido del humor y de la ironía con el que me siento muy identificado. Leí de él un pequeño articulito en el que expresaba su inquietud por una circunstancia que le ocurre –creo que nos ocurre a todos- y es el asalto absurdo de pensamientos abruptos. Es decir, que sin venir a cuento,  en tu cabeza se cuela una inquietud que, sin sentido ni trascendencia, comienza a abrumarte. En ocasiones, la experiencia resulta asfixiante. Se instala en tu inconsciencia una idea –banal en la mayoría de los casos- que da vueltas y vueltas  y que no eres capaz de despejar satisfactoriamente. Sí, como esa musiquilla o sintonía  que cantas o tarareas una y otra vez sin saber por qué y que no consigues desembarazarte de ella. 

Después de degustar el escrito de Millás, y mientras frente a un plato de aceitunas y un vermut, pasaba el rato contemplando un capítulo televisivo americano de subastadores de trasteros abandonados, en un ejercicio de tensión creativa, me asaltó uno de esos profundos pensamientos abruptos. ¿Para qué he dejado las llaves del coche encima de la mesa?. ¿Será un recordatorio de algo? ¿Qué significado tiene encontrarlas a la vista?. Engullo una oliva. Un sorbito de brebaje. Y vuelvo al sofisma. ¿Por qué estarán ahí?. ¿Cuándo las puse allí?. ¿Para qué?. Tarareo a Ricky Martin. “Un pastito palante María ..”. ¿Habré aparcado mal el coche?. “…un pasito patrás”. 

Los pensamientos abruptos pueden resultar tortuosos. Cuando pasan a ocupar la primera capa de la sesera te obligan a, cuanto antes, darles salida. De otro modo la ansiedad te obsesiona. ¿Para qué necesitaba las llaves del coche? – “Un, dos, tres..María”- ¿Porqué estaban en la mesa? ¿Las necesitaba para algo?.  “Un pasito patrás”.

Tras diez minutos de angustia y a la tercera puja de trastero televisivo acompañado con aperitivo sabatino, la presión neuronal cedió. Y el pensamiento obsesivo encontró el final del laberinto mental. “Ostras, la OTA”. Raudo y veloz bajé a la calle y me encontré al otero dejando una receta en el parabrisas del vehículo. “Un pasito palante María”. Salvé la multa por los pelos. “Un pasito patrás”. 

Me costó recordar que hacía un rato había llegado de hacer los últimos recados.  Volví a casa justo. Con las necesidades fisiológicas vitales a punto de reventar. Y con el apuro, aparqué dónde y como pude. Sin prestar atención a las limitaciones horarias de estacionamiento. Ya en  el domicilio, a duras penas, accedí al lavabo y allí satisfice con gozo mis apreturas. Felizmente  resarcido, me olvidé de todo. Tiré las llaves del coche encima de la mesa, abrí un  bote de aceitunas, encendí la televisión y me serví un vermut. Y quedé abstraído del universo. Salvo de Ricky Martin y su pegajosa canción que escuchaba en la radio del coche antes del incidente mencionado. El subconsciente quiso hacerme reaccionar y envió a mi materia gris un “pensamiento abrupto” en palabras de Juan José Millás. 

Recuperada la consciencia  y de vuelta al principio de realidad, ordené la secuencia de acontecimientos vividos. En el “flashback” revivido, me vi en una pescadería. Gente a tutiplén. Pedí la vez y mi curiosidad se entretuvo en contemplar los desorbitantes precios  de la materia prima expuesta. Escuché una voz; “el último?”. “Yo mismo” –respondí-. El hombre se situó a mi lado y lejos de mirar las bandejas de marisco o los relumbrantes besugos, se me quedó mirando (como el besugo  más grande de toda la estancia). 

Con la incomodidad de sentirme observado, volteé la cabeza y miré al individuo a la cara. “Eres…Mediavilla ¿no?” –acertó en decirme sin reparo- . “Sí. ¿nos conocemos?”. “Bueno, de leerte en el periódico, en el DEIA... y de verte en otros sitios” –respondió-.
.- Ah, pues me alegro de que coincidamos –repliqué con timidez-. 
Volví la mirada al estante de las almejas. Preciosos ejemplares que se cotizaban como piezas de joyería. 
.-Les sacaremos una buena tajada ¿no?.

En un primer momento no acerté a identificar lo que aquel hombre pretendía decirme, así que, en una respuesta a bote pronto le hablé de los moluscos bivalvos y de su apreciada carne. Pero no, mi posterior compañero de fila, me cortó de raíz. “No, hombre, digo que le sacaremos una buena tajada a Rajoy en las negociaciones que estáis llevando en Madrid”.

.- ¿Era eso?. Pues no sé.  Porque al día de hoy no hay ni negociaciones, ni sabemos si las habrá. Es difícil conocer qué se conseguirá en un proceso que todavía no ha empezado y que nadie sabe tan siquiera si existirá  o no. 

. –Pues los periódicos dicen que …

.-Ya, y que los precios del marisco no han subido tanto en Navidad, y fíjese bien en el escaparate. ¿Qué le parece la oferta?.  Regalado no está ¿verdad?.

.-¡Para nada!.

.-Pues eso.

Llevábamos días compartiendo un “pensamiento abrupto” ampliamente divulgado. Se había instalado  la sensación que las “negociaciones” entre el Gobierno español del PP y el PNV avanzaban por el buen camino. Así se desprendía de los titulares periodísticos. El “deshielo” parecía progresar. Los gestos así lo vaticinaban. Se había producido una reunión bilateral entre administraciones  para tratar de evitar el recurso de inconstitucionalidad a cuatro leyes vascas por parte del ejecutivo de Mariano Rajoy. El ministro de Fomento, de visita en Gasteiz renovaba su compromiso con la “Y” vasca y con la entrada de la alta velocidad ferroviaria en trazados soterrados en las capitales vascas. Los pronunciamientos públicos de los “populares” aseguraban  las “buenas vibraciones” de Nerea Llanos para un entendimiento. Pero no. La bilateralidad entre administraciones era, simplemente, el cumplimiento de una previsión de procedimiento. Un formulismo contemplado  como paso previo a la constatación judicial de un conflicto. Y en dicho encuentro nada se clarificó. Salvo el rechazo absoluto del Gobierno español a los contenidos de la ley municipal o el reconocimiento de las víctimas de abusos policiales. Intermediación fallida.

Lo del tren tenía su guasa. ¿Compromiso con la alta velocidad?. Reactivar lo paralizado, y nada más. Y lo de las capitales, una declaración de “estudiar los proyectos de integración metropolitana”. Jijí-jajá. Buenas palabras, cortesía y condescendencia mediática.

La realidad era otra. Suspensión de la jornada  de 35 horas semanales de los trabajadores públicos. Durante más de treinta años nadie había cuestionado la capacidad de la Comunidad Vasca para organizar algo tan interno como el calendario laboral de su personal funcionario. Hasta que llegó Rajoy y sus “recortes”. Fruto de aquellos “decretos reguladores”, hoy llega la sentencia y la imposición de la “normativa básica”. Café para todos nuevamente. Y el PP sin pestañear. O, lo que es peor, activando otro recurso  contra la iniciativa de poner en marcha una nueva promoción de la Ertzaintza. 

En el supuesto nuevo escenario de aproximación Madrid-Vitoria, la vicepresidenta del gobierno español, Soraya Sáenz de Santamaría, afirmó que, de ahora en adelante, coordinaría personalmente la acción gubernamental en lo que a la presentación de recursos judiciales se trataba. Era, según ella, una garantía de que la política de confrontación cesaría. La nueva impugnación  de la OPE de la Ertzaintza desmiente tal compromiso y desbarata cualquier indicio de una “nueva etapa”. 

Rafael Hernando, portavoz parlamentario de los populares acaba de pedir al PNV que se ponga la camiseta y se disponga a jugar el partido de la negociación presupuestaria. 

Harto de tanta palabrería sin contenido, de tanto gesto vacío, de tanta escenificación estéril, el PNV no va a mover un dedo para negociar la estabilidad del gobierno minoritario del PP en Madrid. Para empezar a hablar con el PP, los nacionalistas pedían hechos, no promesas. Y los hechos constatados demuestran la continuidad del hostigamiento centralizador del ejecutivo español al autogobierno vasco. Así, ni hay partido, ni camiseta, ni predisposición al diálogo. El PP, una vez más, ha creído que con la “cortesía” era suficiente para acercar al PNV a sus posiciones. Y, se ha equivocado nuevamente. La artificialidad del diálogo ha acabado y con ella, el margen de confianza de quienes prometieron propiciar un nuevo entendimiento. Los hechos han eliminado su crédito. La musiquilla del “deshielo” ha dejado de sonar en nuestras cabezas. 

Con esta falta de compromiso, que el PP busque la estabilidad de su gobierno en otro lado. Si no la encuentra será su problema. Y especialmente el de Mariano Rajoy. Porque ya lo dice un refrán castizo, Mariano, el que quiere peces… que se moje el ano. 

1 comentario:

  1. Lo que no es de "recibo", que la cadena SER el jueves pasado, informara de que habría presupuestos. Con el siguiente argumento: 175 votos Sí (PP+C`s+EAJ-PNV); 175 Nó (resto de Oposición).
    Como no se desaga el empate, a la tercera votación, decaen las enmiendas a la totalidad. Seguidamente, se pasaría, a devatir las enmiendas parciales...

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