sábado, 8 de octubre de 2016

LÍDERES A PIE DE CALLE Y ÉLITES



“Ante Dios humildemente, en pie sobre tierra vasca…”. Hace ochenta años , bajo el árbol de Gernika se escuchó por primera vez esta cita. La pronunció Jose Antonio Agirre, el primer lehendakari de Euskadi. El país vivía momentos excepcionales. Trágicos. De supervivencia. Asediados por las tropas rebeldes,  amenazados por el fascismo, se constituía el primer  Gobierno vasco. 

Hoy, ochenta años después, somos incapaces de imaginar la gravedad y la trascendencia del momento.  Un país en guerra, con la población civil amenazada por los horrores de la acción militar. Sin medios materiales para hacer frente aquella agresión. Con el miedo metido en el cuerpo, una generación de mujeres y hombres dio un paso adelante y, por encima de ideologías, de diferencias y hasta de credos , se ponía al frente de una sociedad que necesitaba un liderazgo firme que la representara. Nacionalistas, republicanos, socialistas, anarquistas y comunistas, juntos en un gobierno de concentración nacional frente al terror.

Las bombas pudieron más que el ejercicio compartido de libertad que supuso aquel gobierno. Y la historia condujo a este país a la humillación, al castigo y a la represión. Pero no al sometimiento.  Lo había advertido Agirre cuando al límite de sus fuerzas,  en Turtzios,  empujado al exilio por el avance de las tropas franquistas dijera aquello de ”El territorio habrá sido conquistado; el alma del Pueblo Vasco, no; no lo será jamás”.

En la Euskadi de hoy, en el siglo XXI, hay muchos vascos y vascas que desconocen este pasado. Creen que la libertad y el progreso que hoy disfrutamos  es fruto de conquistas sociales  de una democracia que siempre existió. Y no. La Euskadi de hoy es consecuencia del sacrificio y la entrega de generaciones como la de Agirre que antepuso el bien común a su seguridad y bienestar personal.  Generaciones que lo dieron todo para que este país pudiera seguir viviendo y soñando con un futuro pletórico.

Vi el pasado jueves el documental emitido por ETB, “En busca de Agirre”. Y me emocioné como hacía tiempo no lo hacía. Confío en que muchos más lo visionaran. Para albergar en sus corazones en tributo de agradecimiento que esta sociedad en su conjunto debe a quienes hace ochenta años “juraron cumplir lealmente su mandato”.

Hoy, en unas circunstancias completamente diferentes, Euskadi asiste a los prolegómenos de la constitución de un nuevo Gobierno vasco. Nacido en democracia y de la democracia.

El Partido Nacionalista Vasco,  como fuerza política mayoritaria, ha desplegado durante los pasados días un diálogo  identificativo de posiciones con todos los partidos presentes en el nuevo arco parlamentario. La ronda de contactos ha concluido con la expresión voluntaria de dos formaciones –las que se encuentran en los extremos de un imaginario plano político- de desarrollar labores de oposición.  Con Elkarrekin Podemos y el Partido Popular fuera de cualquier ecuación de acción de gobierno, el PNV ha decidido intensificar  su interlocución con EH Bildu y el Partido Socialista de Euskadi. Por primera vez en la historia reciente,  la gobernabilidad y los acuerdos de país se abren a dos opciones  (además del PNV se entiende). Y esa novedad nos revela que la normalidad democrática se va imponiendo en Euskadi.

El PNV ha presentado a todas las formaciones políticas un decálogo de ejes a compartir en la próxima legislatura. Objetivos que van desde la reactivación económica y el empleo hasta el autogobierno, pasando por el acuerdo educativo, el euskera, la sanidad o la paz y la convivencia.  Del grado de sintonía que se observe de esta propuesta programática dependerá  la fórmula de gobernabilidad que la nueva legislatura configure. Sin apriorismos ni vetos. Lo importante es para qué gobernar y no cómo ni con quien se gobierna.

El PNV dijo, la misma noche del recuento electoral, que no perdería un minuto para poner en marcha las nuevas instituciones. Tal intención  está siendo cumplida. Sin prisa ni ansiedad, pero con pulso firme. La semana entrante se procederá a la acreditación de los nuevos parlamentarios, y el reloj de la nueva legislatura comenzará su marcha efectiva.  Las conversaciones entre el PNV y los otros dos actores –EH Bildu y PSE- entrarán en un segundo estadio. Sin tanto foco público y con más dedicación interna. Y, para finales del próximo mes, según una primera intención, Euskadi pudiera estar en disposición de tener un nuevo gobierno.  Gobierno y liderazgo a pie de calle. Siguiendo el testigo de aquel primer ejecutivo vasco cuyo ochenta aniversario acabamos de conmemorar. 


Pili Zabala no será “lehendakari”. Pero le han nombrado presidenta. El Consejo Ciudadano de Euskadi, máximo órgano de “Podemos” en la Comunidad Vasca, así lo ha decidido. Solo falta la aprobación de Ezker Anitza-IU y Equo , las otras dos formaciones que confluyeron en las listas electorales de “Elkarrekin-Podemos” para hacer efectiva la designación dentro del grupo parlamentario a constituir en la próxima legislatura de la Cámara de Gasteiz. Presidenta del grupo parlamentario. No será su portavoz, la cabeza visible de la formación en la nueva singladura legislativa. Esa función está reservada a Lander Martínez, el joven emergente que comparte triunvirato  en la formación morada junto a Nagua Alba y Eduardo Maura.

Tras los fichajes fallidos de Garbiñe Biurrun y otras alternativas no explicitadas públicamente, “Podemos” encontró en Pili Zabala  a la candidata independiente  que intentara atraer a una parte del electorado  desencantado por la “vieja política”.  Un liderazgo distinto que  ayudara a “refrescar” la imagen partidaria, tan desgastada en determinados ámbitos y que abriera las expectativas electorales de “Podemos” a  amplios “caladeros” de votos.

Pili Zabala asumió su candidatura con entusiasmo. Más allá de su bisoñez política que , en sí misma, era  un hándicap y , al mismo tiempo, una oportunidad, tuvo un protagonismo y una dedicación en campaña  digna de elogio.  No era fácil irrumpir desde la nada y enfrentarse al escaparate público frente a adversarios de dilatada trayectoria política como Urkullu, Otegi, Mendia y Alonso. Sin embargo, con errores y aciertos, Pili Zabala consiguió abrirse un hueco y darse a conocer.

Los resultados electorales de “Elkarrekin-Podemos”, pese a la satisfacción manifestada por sus dirigentes, no cubrieron las expectativas. No olvidemos que el punto de partida que ellos mismos se  pusieron fue el “desalojo del PNV” del liderazgo del país y el saldo de su propuesta fue la tercera posición en el ranking  electoral definitivo (a más de 241.000 votos de diferencia de los jeltzales). Poca responsabilidad puede achacarse a Pili Zabala en el resultado  final obtenido.  No fue ella quien  guionizó la campaña, quien dirigió  la estrategia. Ni tan siquiera quien determinó los mensajes básicos. Fueron otros los que cegados por los éxitos precedentes –elecciones generales-  determinaron qué hacer, cómo hacerlo  e, incluso, decidieron el perfil de su candidatura.

Pasada la resaca de los carteles, las soflamas, los debates  y las apariciones públicas,  cerrada la batalla por la captación de adhesiones y sufragadas éstas, llega ahora el momento de ejercitar la acción política. La hora de la verdad. Y en esa cita, Pili Zabala no termina de encajar en el esquema de “Podemos”. La “frescura” no tiene sitio y se necesitan protagonistas con más escamas,  con más perfil ideológico. Es el momento en el que la “nueva política” abandona la utopía y  se convierte en “vieja”, adoptando  decisiones  “prácticas”  como la designación de un portavoz reconocible y de pedigrí genuinamente  orgánico.

Ya lo dijeron sin rubor cuando vetaron a Mikel Arana en sus listas. Su perfil no se ajustaba al que “Podemos” pretendía.  Ahora, con Pili Zabala, más de lo mismo. Su “liderazgo” valía para una campaña. No para cuatro años de gestión política parlamentaria.

Después de haber exprimido al máximo su imagen, de haberle dado un protagonismo superior  en una estrategia de estética política a Pili Zabala le han pretendido dar un premio de consolación; será la presidenta del grupo parlamentario. Una presidenta sin voz. Sin funciones definidas ni concretas. El partido de la “gente” vuelve a quitarse el disfraz  quedando como lo que es, una organización de élites  en la que  unos pocos, muy ideologizados, lo controlan  y deciden todo. Modernos en la formas pero viejunos en el fondo. Líderes del  artificio.

1 comentario:

  1. ¿Qué hubiera pasado si el Gobierno Vasco del 36 se hubiera sumado, aceptado, permitido, asumido (elíjase el verbo que se prefiera) el golpe militar amparado en la defensa del catolicismo?
    Se hubiera renunciado al estatuto, se habría mantenido el concierto y... ¿y qué más? tal vez nada más. Unos cientos de comunistas fusilados y ya.
    ¿ha hecho el PNV alguna vez esa autocrítica?

    Me gusta tu blog.
    otro basauritarra de los primeros 60s

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