sábado, 24 de septiembre de 2016

¡VIAJEROS AL TREN!

Estamos oficialmente de reflexión. Se acabó la campaña. Ha sido, en reglas generales un ejercicio positivo. Sin grandes salidas de tono. Sin una confrontación bronca y sin descalificaciones. Ha habido dialéctica. Contraste. Por todas partes. Alguien pensará que ha sido una campaña “sosa”. Bendita “normalidad”. Hasta en eso, Euskadi ha demostrado ser diferente. 

En paralelo hemos observado el desbarajuste que sigue imperando en el Estado. Donde el bloqueo y la anulación del adversario siguen patentes. Y donde el ánimo destructivo se ha propagado al ámbito interno de los propios partidos.

Aquí, por el contrario, las diferencias se han presentado con moderación y sosiego. Sin tensiones artificiales. La gente lo agradece.

El PNV ha mantenido una campaña fuerte y sostenida durante los quince días. Los nacionalistas han exprimido la fortaleza de su sigla, de su modelo de gestión. Y ha contado con la inestimable baza de su candidato a lehendakari; Iñigo Urkullu. Urkullu ha sido un valor creciente en campaña. Sólido, fiable, seguro, riguroso, cercano. El hoy lehendakari ha comunicado bien. Muy bien, diría yo. 

Poniendo en valor no sólo su experiencia y el compromiso cumplido, sino identificando los desafíos a los que la sociedad vasca se enfrenta en los próximos años. 

El PNV y su candidato han hecho una cosa más. Han puesto nombre y apellidos a sus propuestas. Han sido concretos en sus objetivos. Paro por debajo del 10%, 20.000 experiencias laborales para jóvenes. Ampliación del tranvía en Vitoria. Parque Tecnológico en la Margen Izquierda. Nuevos ambulatorios de atención primaria. Saneamientos integrales en cuencas fluviales. Ayudas a las familias. Promesas tangibles. Reconocibles. Y eso es de agradecer.

La fortaleza del PNV se verá recompensada. Pero no con los desorbitados números que algunos entusiastas declinan en las redes sociales.

Hace cuatro años obtuvo 27 escaños. Los tres últimos salieron de los restos en la aplicación de la Ley D´Hont. Entonces no estaba “Podemos”. Hoy sí.  Y su representación mermará, por pura aritmética, la obtenida por los demás contendientes electorales. En una suma total de 75, una nueva incorporación –y numerosa- provocará mayor fragmentación. 

Toda suma superior a 24 escaños será para los jeltzales un buen resultado. Cada parlamentario que añada a ese guarismo será una victoria. Y repetir actas -27- un grandísimo éxito. 


EH Bildu ha ido de menos a más. Del victimismo inicial por la inhabilitación de Otegi al descubrimiento  de nuevos valores que han acaparado un protagonismo destacado. Miren Larrion ha sido un descubrimiento. Ha hecho un recorrido difícil. Del dogmatismo a lo pragmático. Un tránsito que quizá no agrade demasiado a su núcleo duro sociológico. Pero que, seguramente,  haya calado mejor en el universo electoral. Han abandonado la campaña de la bocina y la pintada por los  métodos modernos de comunicación política. Toda una evolución. Y, finalmente, se han olvidado  de la afrenta victimista  para ser propositivos.  Acuerdos varios. Acuerdo a dos. A tres. Quizá demasiadas alternativas presentadas en poco tiempo.  Tanta diversidad de posibles alianzas, tanta improvisación  les  ha restado credibilidad.  Sin embargo, EH Bildu parece haber recobrado algo de músculo. Será, sin duda alguna, la segunda fuerza resultante en las urnas. Recuperará parte de su espacio perdido. Pero no llegará a la cima alcanzada hace cuatro años. 

Elkarrekin-Podemos era una incógnita al inicio de la campaña. Y lo sigue siendo al final de la misma. Su propuesta inicial era superar al PNV. Como en diciembre y junio pasados. No lo conseguirá de lejos.  De la primera posición pasará a la tercera. Pero con significativa representación, pareja en los tres territorios de la Comunidad Autónoma Vasca. 

Su discurso ha vuelto a ser la consigna. Pero la situación vasca no es la misma que la española.  Aquí no hay un Rajoy que batir. Ni un descrédito galopante que invite al cambio, a votar con las tripas. En Euskadi se vota más con la cabeza. Y eso le pasará factura. Pues su propuesta ha resultado artificial y poco consistente.

Su candidata entró fuerte en el escenario. La novedad, la sorpresa y hasta la simpatía precedieron a su prueba de fuego de “aspirante” a lehendakari. Lo “nuevo”, lo “fresco” se transformó en bisoño, en inconsistente, en incógnita. Solo la guionización de sus presencias públicas le ha permitido llegar al final. Eso y su silencio en el debate del ETB frente al candidato popular, Alfonso Alonso. 

El resultado de “Elkarrekin-Podemos” es incierto. Pero sea el que fuere, lo celebrarán como una victoria. Es su primera presencia en el Parlamento Vasco, y cualquier número de escaños superior a la docena será tenido por ellos como un triunfo. 

Los socialistas han sido quienes más bandazos han dado en estos quince días. El discurso de su candidata ha resultado caótico y difícil de entender. Como quien no encuentra sitio e intenta lograrlo a codazos. Se les ve enseguida que están sufriendo. Por el achique de espacios fuera y por la tensión  partidaria dentro. La “ayuda” de Pedro Sánchez ha podido serles contraproducente.  Sin embargo, la caída en barrena que se vislumbraba al principio de campaña  parece haberse amortiguado en estos últimos días y quizá, en el último momento, se aventure un ligero repunte en su tendencia de voto. Su “éxito” será vencer a las encuestas. Pobre consuelo.

El PP no le va a la zaga. Alonso dejó de ser ministro en funciones para ser candidato. O dicho de otra manera, volvió a Euskadi para ayudar a Rajoy.  Y con esa tarea como objetivo poco puede esperar. Ha buscado la pelea por el “voto español” con el PSE y en ese vaso comunicante hay poca agua.  Araba es su única expectativa. Pero allí también “cuecen habas” para el partido peor valorado de Euskadi según los sondeos. Además, la posible irrupción de Ciudadanos –que ha tomado el testigo de UPyD- amenaza seriamente  la representación final de los populares en el Parlamento Vasco. Cotizan a la baja  y su techo puede estar cercano a los siete-ocho asientos en la Cámara de Gasteiz. 

Sea como fuere, Euskadi ha vuelto a dar una lección de normalidad  democrática, de diálogo, pluralidad  y contraste. Ahora, quien esté aún indeciso, deberá valorar bien cual es la opción que mejor refleja su ánimo y su voluntad.  Quienes lo tenemos claro, tenemos ya preparada la papeleta para acudir mañana al colegio electoral y ejercitar nuestro derecho al voto. 

A votar, a recontar las papeletas y, con los resultados en la mano, el próximo lunes, sin perder un solo minuto, manos a la obra para constituir un gobierno fuerte y estable.  Un gobierno nacido del acuerdo, del diálogo y de la voluntad práctica por continuar construyendo, día a día, este país. 

Reflexión, voto, recuento y a seguir avanzando. Sin caer en el contagio de  la parálisis que nos rodea. Quienes aguardaban el resultado electoral de Euskadi  para determinar  cuales serían sus próximos movimientos en el Estado ya pueden espabilarse. El tren de la próxima legislatura vasca  va iniciar su marcha en lunes 26. Y no se va a detener hasta que alcance un acuerdo que formalice un nuevo gobierno que ponga de nuevo en marcha la maquinaria de progreso de este país. Euskadi va a mirar al futuro sin detenerse. ¡Viajeros al tren!.  El viaje empieza ya.

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