Tardaba
en llegar, pero ya está aquí. Se trata del cuestionamiento de la figura del
Concierto Económico (Convenio en Navarra) o en su defecto, el replanteamiento del Cupo.
Ha
sido una cuestión recurrente en el tiempo. Siempre ha estado latente pero que,
con la proximidad de las elecciones generales y los rumores de reforma
constitucional está cobrando extraordinaria relevancia y preocupación.
Desde
determinados partidos españoles de corte jacobino se viene a decir que el
Concierto-Convenio es un privilegio
económico del que sacamos buena tajada vascos y navarros. Que en una
sociedad “progresista y justa” en la que hay que garantizar los mismos derechos
y servicios públicos a todos los españoles sobran especificidades tributarias y financieras que rompen el principio de “igualdad”. Y en
final de esta argumentación que ahora
exhiben, se encuentra en ciernes una “armonización fiscal europea” que acabará
laminando este vestigio histórico que, según ellos, discrimina a los españoles.
Quienes
no se atreven a decir tanto, quienes afirman que no cuestionan el
Concierto-Convenio, tratan de fijar sus
críticas en el Cupo. Y lo que se trasluce de sus palabras es que “los
vascos-navarros” contribuimos con poco dinero a los deberes del Estado. Vamos,
que pagamos escasamente y que deberíamos
destinar más recursos al sostenimiento de España.
Detrás
de esa acusación están las palabras de Susana Díaz quien ha tenido el atrevimiento de decir que Euskadi “está recibiendo más fondos de
los que están recibiendo otras Comunidades Autónomas para la prestación de los
servicios públicos” (sic). Hay que ser ignorante para afirmar tal cosa. Ignorante, sí, porque las comunidades
autónomas del País Vasco y Navarra no reciben un miserable céntimo de España. Al
contrario, son ambas comunidades quienes aportan al Estado.
La cuestión que unos y otros
plantean es doble; o se nos pretende eliminar de raíz la base de autogobierno
económico o se nos exige que paguemos más para financiar a la España deficitaria. Lamentable panorama.
Por ser prácticos. Desmontemos
el falaz argumento de que los vascos no pagamos lo que debemos.
El PNV ya sacó la gente a la calle en defensa del Concierto. |
El Cupo, para quien no lo sepa,
es una vertiente más del Concierto Económico. Por simplificar, es la cuota
que de manera pactada acordamos
pagar al Estado por las competencias no
asumidas y no transferidas. Una especie de “escote” establecido entre las dos partes para hacer frente a los gastos derivados de
las materias que desarrolla España para
el conjunto del Estado.
Por simplificar –espero que se
entienda- . El cupo es algo así como el pago conveniado que asumimos desembolsar
por la prestación de servicios que España supuestamente nos hace. Como los gastos de mantenimiento
que se pagan en las comunidades vecinales por los servicios comunes. Ahí van
implícitos los servicios de política exterior, la defensa, la Casa real... y
hasta los fondos de solidaridad creados
para apoyar económicamente a las comunidades autónomas con menores
ingresos. Ese cupo se paga sin tener en
cuenta los ingresos que dispongamos en cada momento.
Por seguir con el ejemplo, si
estuviésemos en paro y sin
retribuciones, deberíamos hacer frente
igualmente a los gastos comunes.
¿Cuánto pagamos?. El acuerdo en
vigor establece que la Comunidad
Autónoma Vasca tiene que aportar el 6,24%
de lo que el Estado presupueste en todas
esas prestaciones que no hemos asumido. En la actualidad el último cupo se
aproximó a los 1.250 millones de euros.
¿Es
mucho o poco?. Aquí es donde algunos han puesto el énfasis. Los datos son
reveladores en sí mismos. Pagamos el 6,24% del conjunto. En población
representamos el 4,66% de los habitantes totales del Estado y nuestra riqueza, en
términos de PIB, es el 6, 01 % del Producto Interior Bruto del Estado español.
Es
decir, que Euskadi paga por encima de su tasa de población o de la riqueza
global en términos de PIB.
Queda
claro, aunque Susana Díaz, Pedro Sánchez o Iceta digan lo contrario, que nuestra contribución
es mayor a nuestro peso relativo.
Todos
sabemos lo que se quiere decir con la afirmación de que “hay que modular el
cupo vasco”. Lo que piden es que paguemos más o, en el peor de los casos, que
nuestra renta per cápita (el indicador de bienestar de los habitantes de un
país) se iguale, a la baja, con la de
otras comunidades. Y eso, cuando menos,
es una tropelía intolerable.
Que
Euskadi disponga de una renta per cápita superior a la del Estado español y
que esté por encima de la media europea tiene mucho que ver con la gestión
económica pública y privada que durante años se ha desarrollado en el País
Vasco. Con una cultura industrial, de rigor económico, de incentivación
empresarial, de trabajo, de cualificación, de investigación, de eficacia
tributaria y financiera. De cohesión social.
Todo
eso y mucho más ha sido posible gracias al Concierto Económico. Pero, ¿qué es
eso tan intangible llamado Concierto o Convenio que resulta fundamental para
entender el nivel de desarrollo, de
bienestar y progreso de las sociedades
vasca y navarra?.
El
Concierto-Convenio es la capacidad de los vascos de, por sí mismos,
establecer los criterios de su política
económica. De ser administraciones
tributarias propias. De articular
estrategias, políticas públicas soportadas en recursos –dinero- que nadie nos regala, que
parte de una sociedad que cumple con sus deberes.
El
Concierto Económico es el mejor sistema de salud público que existe en el
Estado. La educación, el apoyo a la investigación, la mejora del medio
ambiente, la seguridad, el que el 40% de todo el gasto en servicios
sociales desarrollados en el Estado se
lleve a cabo en Euskadi. Eso es el Concierto Económico. Nuestra capacidad de hacer y diseñar una sociedad más justa y
próspera. Es la gasolina del autogobierno. Sin combustible, no hay soberanía que
valga. Ni poder de decisión.
Quienes
no valoran suficientemente el valor de esta herramienta consideran que es una antigualla, que supone un sistema de subordinación al
Estado. Y es todo lo contrario.
Jurídica
y políticamente hablando el Concierto-Convenio, surgió como un pacto fruto de
un derecho histórico. Tras las guerras carlistas y la segunda ley abolitoria
(1876), la nueva “unidad constitucional de la monarquía” impuesta tras la
victoria del “ejército de ocupación del norte” –así se llamaba- pretendió
unificar la política de la corona y
acabar con las exenciones vascas de
tributación y servicio militar obligatorio.
Pero, al verse incapaces de
recaudar impuestos en los territorios
vascos, conveniaron con las diputaciones
derrotadas y despojadas de su impronta foral para que siguieran siendo
ellas las que mantuvieran su función
tributaria. A cambio, aquellas harían frente al pago de un cupo, una dote, para
el sostenimiento de las tropas, la corona y su administración.
Así
surgió el pacto originario que ha perdurado y evolucionado hasta nuestros días,
excepción hecha del régimen franquista que eliminó tal acuerdo en Bizkaia y
Gipuzkoa por considerarlas “provincias traidoras”. La Constitución española de 1978, derogó las
leyes abolitorias y reconoció el “derecho histórico” de los territorios vascos. El Estatuto de
autonomía de Gernika (1979), actualizó tales derechos y en el año 1981 se
aprobaba, a modo de tratado paccionado, con lectura de artículo único, la primera Ley orgánica
del Concierto Económico con la Comunidad Autónoma
Vasca.
No
estamos pues ante un privilegio sino ante un acuerdo que vincula a la propia
estructura del Estado. Su cuestionamiento fue sometido a dictamen europeo y el
11 de septiembre de 2008, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea en
sentencia emitida en Luxemburgo avaló con meridiana claridad el encaje del modelo
vasco del Concierto en la legalidad comunitaria.
Pretender
ahora desfigurarlo unilateralmente so
pretexto de una reforma constitucional supondría someter a Euskadi a una
tercera ley abolitoria. Encendería la mecha de un conflicto en el que el
nacionalismo vasco debiera cuestionarse su vocación de alcanzar un acuerdo de
convivencia pactada en el Estado. Lo ha advertido al señalar que el Concierto
Económico es el último punto de
soldadura que nos une al Estado español.
Si ese acuerdo de
soberanía compartida se rompe, si esa soldadura se quiebra, nuestras manos
también quedarán libres a la hora de establecer nuevos escenarios.
Alguien,
inconscientemente, está jugando con fuego. Confiemos en que no prenda un
incendio.
Egun on, ayer un atontado periodista de origen político no desconocido, se atrevió a decir que el concierto era algo de los tiempos antidemocráticos, tenia razón. Pero si hay algo pre democrático y antiguo es la monarquia.^Puestos a dar, a por todas.
ResponderEliminarCansino resulta el leña al mono que es de goma. Esto cansa y si los que aburrimos y sobramos somos nosotros pues Aurrera. GOOD BYE SPAIN¡¡¡¡¡¡¡¡