El Parlament de Catalunya cuenta con 135 diputados. La
mayoría absoluta, por lo tanto, se
establece a partir del escaño 68. Sobrepasar esa marca es el objetivo fijado
por la candidatura “Juns pel Sí” que integra a convergentes y republicanos,
además de a colectivos sociales tales
como la Asamblea
Nacional o la
fundación “Omnium”. La mayoría absoluta
es, por lo tanto, el reto a superar en
una hoja de ruta encaminada hacia la independencia.
Las encuestas –encuestas son- apuntan a que el propósito electoral puede estar cercano y que
si tal no se produce por méritos propios,
en un segundo término, la suma de los
parlamentarios de la lista conjunta
más los que obtengan las CUP´s, hará
posible superar la barrera de las 68
actas necesarias para configurar un bloque de mayoría absoluta .a favor de la
independencia catalana
La segunda
posición política parece
disputarse entre la versión catalana de “Podemos” –“Catalunya Sí que es Pot”-
y Ciutadans .Los partidos tradicionales
de corte español , según todos los
sondeos, parece que pagarán los platos
rotos y ambos no sumarán más de 22 escaños. El PSC está destrozado. Sus
votantes han migrado. Unos hacia ERC. Otros en dirección a “Podemos” y
“Ciutadans”. Sólo unos pocos, liderados por Iceta, tratan de salvar los
muebles.
El PP, por su parte,
se ha echado al monte. Con posiciones más extremas que las que
mantuviera antaño Vidal Quadras, García Albiol pretende aglutinar el voto
españolista y el más sectario en relación
con la inmigración. Su
alternativa extrema persigue taponar vías de agua y quizá le resulte práctico a corto plazo, evitando
la debacle, pero, a medio, tras las elecciones generales, esta deriva le
convertirá en un gravísimo escollo que
complique cualquier relación futura de la Generalitat con un potencial gabinete popular.
Unió concurre por primera vez en solitario a unos comicios.
La ruptura de la
federación CiU les
puede dejar fuera del mapa. Espadaler,
su nuevo secretario general, confía en obtener grupo parlamentario (5 escaños)
gracias a una opción catalanista que sirva de refugio a un votante atrapado entre la disyuntiva de votar a la
Esquerra o a los ciudadanos. Pero, mucho me temo que ele electorado catalán no
esté hoy por hoy por sutilezas a la hora de definir su voto.
Sea como fuere, el proceso soberanista catalán no se
detendrá el 27-S. La lista única, conformada como un movimiento y no como un
partido, apoyada o no por las CUP´s, mantendrá su pulso con el Estado ya que la
independencia es el único punto que les une en el campo programático e
ideológico. Convergencia, desdibujada su sigla por la corrupción y otros
avatares, tratará de reinventarse. Y Esquerra, que pretendía el “sorpasso” y
vio frenada su proyección por el liderazgo de Artur Mas, innovará asideros a
una nueva situación en la que la corriente sigue siendo reactiva. Es decir que
la desafección social al Estado español está por encima de ideologías y
partidos. Tal marea de conciencias despechadas sigue en pleamar. No se sabe por
cuanto tiempo. Pero hay una mayoría de catalanes que se sienten despreciados
por España y mantienen su resentimiento activo.
A ello da pábulo la estupidez de una clase política española
que sigue sin entender que un problema como el de la identidad catalana y su
acomodo jurídico-político no se resuelven con el palo y tentetieso. Ni con la
amenaza y el miedo.
Las declaraciones de Felipe González, que han terminado por
hacer fosfatina la escasa credibilidad de los socialistas en Catalunya, la
intervención de la patronal advirtiendo de cataclismos económicos, o la torpeza
reiterada del Gobierno de Rajoy, no condicionarán el voto el día 27. Tampoco la
llamada rancia de Pablo Iglesias resucitando
el enfrentamiento identitario entre
comunidades.
Si alguien piensa que las declaraciones de Merkel o
Cameron afectarán al resultado
electoral se equivoca. Al contrario.
Forzar a los principales mandatarios de la UE a decir lo que Rajoy quería que dijesen, fue un error
mayúsculo. Mayúsculo sí porque internacionalizó el conflicto catalán con mayor eficacia que todos los ímprobos intentos llevados a cabo
por los sucesivos gobiernos de Artur Mas ante las cancillerías europeas. Aunque
las respuestas fueran las que Rajoy dictara,
el simple hecho de que los dirigentes
de Reino Unido y Alemania se pronunciaran sobre Catalunya ya fue un éxito total
de los independentistas. Por no hablar de la incompetencia de Morenés y del
papel constitucional de las Fuerzas Armadas. Menudo estratega.
De la reforma que el
PP quiere hacer del Tribunal Constitucional creo que todo está dicho. No hay
democracia compulsada en nuestro entorno que contenga medidas similares. El
problema catalán, como puede ser el vasco, no se resolverá apelando al “cumplimiento de la legalidad”. La clave
está en aplicar tratamientos políticos que adapten la legalidad a la realidad. Esa es la
asignatura pendiente. No otra.
No cabe duda de que
para España el peor escenario postelectoral catalán sería una mayoría absoluta de los partidarios
de la secesión catalana. Y tal circunstancia se agravaría aún más si el nuevo
Parlament declarara de forma inmediata la independencia de manera unilateral.
Tal hecho convulsionaría a la sociedad española, inmersa ya en un clima
preelectoral a Cortes Generales. La crisis
institucional y política generada por
tal decisión beneficiaría, en el ámbito peninsular, al PP
que se presentaría ante el electorado como el salvador de la “unidad patria” y
de la integridad “nacional”.
Si el nuevo parlamento catalán –previsiblemente
independentista- gestionara con inteligencia los tiempos, no activaría
directamente la unilateralidad sino que , declarándose soberano mandataría a su
nuevo gobierno –Generalitat- a iniciar un proceso de negociación con el Estado
a fin de establecer un marco de referencia confederal. Tal opción – la
negociación- podría atrae un más amplio
consenso que el puramente sumatorio de
“Juns pel Sí” y las CUP´s, concitando una acumulación del fuerzas de la que
solamente querían excluidos el PP y Ciutadans. ¿Negociar para qué?. Para ganar
tiempo y para que sus precipitadas decisiones no polaricen el voto en las
generales dando al PP la mayoría que hoy
por hoy no tiene. Además, la opción de
la declaración unilateral de independencia,
el desafío total, podría
activarse más adelante o utilizarse como una amenaza latente que en cualquier momento se puede
precipitar.
En esta hipótesis, los socialistas del PSC volverían a quedar a la intemperie,
lastrados por un PSOE encarcelado en sus
propias contradicciones de ganar las elecciones generales para lo que necesita
imperiosamente recuperase en Catalunya. Si Pedro Sánchez no consiguiera llegar
a la Moncloa, tesis cada vez más remota,
tendría que decidirse por apoyar sin fisuras al nuevo gobierno español
surgido en las urnas en diciembre o , por el contrario, defender un posicionamiento propio debilitado
por la falta de consenso interno.
La defensa de una modificación constitucional que
defienda la singularidad catalana –
nadie habla de reconocer el hecho nacional-
argumentada por Sánchez contrasta abiertamente con el modelo que
sostiene Susana Díaz desde Andalucía. Sánchez sabe que solo podrá mantener
tales planteamientos si los socialistas
obtienen unos buenos resultados en las elecciones generales. En caso
contrario, su secretaría general corre
el riesgo de agotarse. Así que la “cuestión catalana” se convertirá igualmente
en determinante para conocer el devenir
de los socialistas españoles.
Hay quien afirma que “el choque de trenes” entre España y
Catalunya se ha producido ya. Las elecciones del 27-S son un episodio más del brutal encontronazo. Que
nadie espere, en el entorno inmediato,
ni medias tintas ni posiciones templadas. La cordura o la templaza no
rentan electoralmente. Mal momento para el posibilismo. Y para Pedro Sánchez.
Si las listas independentistas llegan a la mayoría absoluta, si el Parlament
de Catalunya atempera sus pasos y no provoca la reacción en el Estado. Si la
“confrontación” se dilata y va más allá
del 20-D y no facilita la recuperación de Rajoy. Si “Podemos” pierde fuelle y Pedro
Sánchez se queda en terreno de
nadie...las presiones, desde dentro y desde fuera impulsarán otra alternativa. Llegará la “gran
coalición”.
Catalunya, año cero. El reloj del cambio está en marcha. Permanezcamos
despiertos.
Malos tiempos para la lirica, el discurso de los partidos estatales es verdaderamente difícil. No tienen el tiempo suficiente para realizar dos discursos distintos. Si las elecciones catalanas no fueran ahora, estos se dedicarían a maquillar su discurso patrio por otro de calado suave e impregnado de hipocresía. Lanzarían loas a los catalanes a lo Pablo Iglesias y hablarían de negociación (3ª via o similar) para maquillar el Una Grande Y ¿Libre?. Pero no señores los tiempos les obligan a retratarse ya¡ . No valen medias tintas "donde mejor se manejan", tienen que acudir a unas elecciones en pelotas....Yo les recordaría que como decimos a nuestros hijos " llevar el trabajo hecho y no dejéis para el ultimo día" pero el día ha llegado y el elenco patrio no tiene por donde salir. La verdad es que escuchando lo chapucero patrio me independizo mañana. Y es lo que puede pasar. Las criticas de politizar la diada es como que el PP y el PSOE celebraran el Aberri Eguna. .
ResponderEliminarPodria continuar pero me repetiría. Visca la Democracia.