viernes, 11 de septiembre de 2015

CATALUNYA AÑO CERO

El Parlament de Catalunya cuenta con 135 diputados. La mayoría absoluta, por lo tanto,  se establece a partir del escaño 68. Sobrepasar esa marca es el objetivo fijado por la candidatura “Juns pel Sí” que integra a convergentes y republicanos, además de a colectivos sociales  tales como la Asamblea Nacional  o la fundación “Omnium”.  La mayoría absoluta es, por lo tanto,  el reto a superar en una hoja de ruta encaminada hacia la independencia.

Las encuestas –encuestas son-  apuntan a que el  propósito electoral puede estar cercano y que si tal no se produce  por méritos propios, en un segundo término, la suma  de los parlamentarios  de la lista conjunta más  los que obtengan las CUP´s, hará posible  superar la barrera de las 68 actas necesarias para configurar un bloque de mayoría absoluta .a favor de la independencia catalana

La segunda  posición  política parece disputarse entre la versión catalana de “Podemos” –“Catalunya Sí que es Pot”- y  Ciutadans .Los partidos tradicionales de corte español  , según todos los sondeos,  parece que pagarán los platos rotos y ambos no sumarán más de 22 escaños. El PSC está destrozado. Sus votantes han migrado. Unos hacia ERC. Otros en dirección a “Podemos” y “Ciutadans”. Sólo unos pocos, liderados por Iceta, tratan de salvar los muebles.

El PP, por su parte,  se ha echado al monte. Con posiciones más extremas que las que mantuviera antaño Vidal Quadras, García Albiol pretende aglutinar el voto españolista  y el más sectario en relación con la inmigración. Su alternativa extrema persigue taponar vías de agua y quizá  le resulte práctico a corto plazo, evitando la debacle, pero, a medio, tras las elecciones generales, esta deriva le convertirá en un gravísimo escollo  que complique cualquier relación futura de la Generalitat  con un potencial gabinete popular.  

Unió concurre por primera vez en solitario a unos comicios. La ruptura de la federación  CiU les puede dejar  fuera del mapa. Espadaler, su nuevo secretario general, confía en obtener grupo parlamentario (5 escaños) gracias a una opción catalanista que sirva de refugio a un votante  atrapado entre la disyuntiva de votar a la Esquerra o a los ciudadanos. Pero, mucho me temo que ele electorado catalán no esté hoy por hoy por sutilezas a la hora de definir su voto.

Sea como fuere, el proceso soberanista catalán no se detendrá el 27-S. La lista única, conformada como un movimiento y no como un partido, apoyada o no por las CUP´s, mantendrá su pulso con el Estado ya que la independencia es el único punto que les une en el campo programático e ideológico. Convergencia, desdibujada su sigla por la corrupción y otros avatares, tratará de reinventarse. Y Esquerra, que pretendía el “sorpasso” y vio frenada su proyección por el liderazgo de Artur Mas, innovará asideros a una nueva situación en la que la corriente sigue siendo reactiva. Es decir que la desafección social al Estado español está por encima de ideologías y partidos. Tal marea de conciencias despechadas sigue en pleamar. No se sabe por cuanto tiempo. Pero hay una mayoría de catalanes que se sienten despreciados por España y mantienen su resentimiento activo.
A ello da pábulo la estupidez de una clase política española que sigue sin entender que un problema como el de la identidad catalana y su acomodo jurídico-político no se resuelven con el palo y tentetieso. Ni con la amenaza y el miedo.
Las declaraciones de Felipe González, que han terminado por hacer fosfatina la escasa credibilidad de los socialistas en Catalunya, la intervención de la patronal advirtiendo de cataclismos económicos, o la torpeza reiterada del Gobierno de Rajoy, no condicionarán el voto el día 27. Tampoco la llamada rancia de Pablo Iglesias resucitando  el enfrentamiento identitario entre  comunidades.

Si alguien piensa que las declaraciones de Merkel o Cameron  afectarán al resultado electoral  se equivoca. Al contrario. Forzar a los principales mandatarios de la UE a decir  lo que Rajoy quería que dijesen, fue un error mayúsculo. Mayúsculo sí porque internacionalizó el conflicto catalán  con mayor eficacia que  todos los ímprobos intentos llevados a cabo por los sucesivos gobiernos de Artur Mas ante las cancillerías europeas. Aunque las respuestas fueran las que Rajoy dictara,  el simple hecho de que  los dirigentes de Reino Unido y Alemania se pronunciaran sobre Catalunya ya fue un éxito total de los independentistas. Por no hablar de la incompetencia de Morenés y del papel constitucional de las Fuerzas Armadas. Menudo estratega.

De la reforma  que el PP quiere hacer del Tribunal Constitucional creo que todo está dicho. No hay democracia compulsada en nuestro entorno que contenga medidas similares. El problema catalán, como puede ser el vasco, no se resolverá apelando  al “cumplimiento de la legalidad”. La clave está en aplicar tratamientos políticos que adapten la legalidad a la realidad. Esa es la asignatura pendiente. No otra.

No cabe duda  de que para España el peor escenario postelectoral catalán  sería una mayoría absoluta de los partidarios de la secesión catalana. Y tal circunstancia se agravaría aún más si el nuevo Parlament declarara de forma inmediata la independencia de manera unilateral. Tal hecho convulsionaría a la sociedad española, inmersa ya en un clima preelectoral a Cortes Generales.  La crisis institucional y política  generada por tal  decisión  beneficiaría, en el ámbito peninsular, al PP que se presentaría ante el electorado como el salvador de la “unidad patria” y de la integridad “nacional”.

Si el nuevo parlamento catalán –previsiblemente independentista- gestionara con inteligencia los tiempos, no activaría directamente la unilateralidad sino que , declarándose soberano mandataría a su nuevo gobierno –Generalitat- a iniciar un proceso de negociación con el Estado a fin de establecer un marco de referencia confederal. Tal opción – la negociación- podría atrae  un más amplio consenso que el puramente  sumatorio de “Juns pel Sí” y las CUP´s, concitando una acumulación del fuerzas de la que solamente querían excluidos el PP y Ciutadans. ¿Negociar para qué?. Para ganar tiempo y para que sus precipitadas decisiones no polaricen el voto en las generales  dando al PP la mayoría que hoy por hoy no tiene.  Además, la opción de la declaración unilateral de independencia,  el desafío total,  podría activarse más adelante o utilizarse como una amenaza latente  que en cualquier momento se puede precipitar. 

En esta hipótesis, los socialistas  del PSC volverían a quedar a la intemperie, lastrados por un PSOE  encarcelado en sus propias contradicciones de ganar las elecciones generales para lo que necesita imperiosamente recuperase en Catalunya. Si Pedro Sánchez no consiguiera llegar a la Moncloa, tesis cada vez más remota,  tendría que decidirse  por  apoyar sin fisuras al nuevo gobierno español surgido en las urnas en diciembre o , por el contrario,  defender un posicionamiento propio debilitado por la falta de consenso interno.

La defensa de una modificación constitucional que defienda  la singularidad catalana – nadie habla de reconocer el hecho nacional-  argumentada por Sánchez contrasta abiertamente con el modelo que sostiene Susana Díaz desde Andalucía. Sánchez sabe que solo podrá mantener tales planteamientos si los socialistas  obtienen unos buenos resultados en las elecciones generales. En caso contrario, su secretaría general  corre el riesgo de agotarse. Así que la “cuestión catalana” se convertirá igualmente en determinante  para conocer el devenir de los socialistas españoles.

Hay quien afirma que “el choque de trenes” entre España y Catalunya se ha producido ya. Las elecciones del 27-S son  un episodio más del brutal encontronazo. Que nadie espere, en el entorno inmediato,  ni medias tintas ni posiciones templadas. La cordura o la templaza no rentan electoralmente. Mal momento para el posibilismo. Y para Pedro Sánchez.

Si las listas independentistas  llegan a la mayoría absoluta, si el Parlament de Catalunya atempera sus pasos y no provoca la reacción en el Estado. Si la “confrontación” se dilata  y va más allá del 20-D y no facilita la recuperación de Rajoy.  Si “Podemos” pierde fuelle y Pedro Sánchez  se queda en terreno de nadie...las presiones, desde dentro y desde fuera  impulsarán otra alternativa. Llegará la “gran coalición”.
Catalunya, año cero. El reloj del cambio está en marcha.  Permanezcamos  despiertos.


1 comentario:

  1. Malos tiempos para la lirica, el discurso de los partidos estatales es verdaderamente difícil. No tienen el tiempo suficiente para realizar dos discursos distintos. Si las elecciones catalanas no fueran ahora, estos se dedicarían a maquillar su discurso patrio por otro de calado suave e impregnado de hipocresía. Lanzarían loas a los catalanes a lo Pablo Iglesias y hablarían de negociación (3ª via o similar) para maquillar el Una Grande Y ¿Libre?. Pero no señores los tiempos les obligan a retratarse ya¡ . No valen medias tintas "donde mejor se manejan", tienen que acudir a unas elecciones en pelotas....Yo les recordaría que como decimos a nuestros hijos " llevar el trabajo hecho y no dejéis para el ultimo día" pero el día ha llegado y el elenco patrio no tiene por donde salir. La verdad es que escuchando lo chapucero patrio me independizo mañana. Y es lo que puede pasar. Las criticas de politizar la diada es como que el PP y el PSOE celebraran el Aberri Eguna. .
    Podria continuar pero me repetiría. Visca la Democracia.

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