Suele ocurrir. Cuando uno se preocupa más de lo que
hacen los demás que de lo que debería hacer él mismo, se cometen errores de grueso calibre. Aunque
resulten intrascendentes y pasen inadvertidos para el público en general.
El Partido Socialista de Euskadi, o al menos una
parte de su representación, parece estar más pendiente de lo que hace o deja de
hacer el gobierno de Urkullu que de resolver sus múltiples carencias. “Marcar
perfil” lo califican, sin darse cuenta de que lo que hacen es todo lo contrario,
chupar rueda de las dinámicas que otros marcan.
Esa manera de hacer oposición acosando a preguntas
parlamentarias que buscan la
contradicción, les ha llevado a ver lo que no hay, es decir , a interpretar un
hecho inexistente, para inmediatamente juzgarlo a modo de crítica feroz. Y tal
afán por el acoso injustificado termina en un ridículo que haría sonrojar a
cualquiera, si bien a algunos parlamentarios socialistas eso del ridículo es
una materia en la que no necesitan examen pues la tienen ampliamente
acreditada.
La cuestión es que el PSE solicitó al Gobierno vasco
le fuera facilitada una copia de un informe, de coste cercano a los 20.000
euros, solicitado por el ejecutivo de Urkullu para , según interpretación
socialista, la elaboración del “nuevo estatus político de Euskadi”. El partido que
en la cámara de Gasteiz representa Jose Antonio Pastor, llevaba días “marcando
perfil al respecto”, buscando un discurso artificial que escondiera sus propias
carencias al respecto. El PSE, que no tiene olvidado el control que el PNV hizo
a Patxi López desde la oposición, creyó encontrar “petróleo” en el informe
requerido. Y se encontró con que el estudio en cuestión no era ni nuevo, ni
tenía que ver con la materia apuntada. Así lo clarificó transparentemente el Gobierno
vasco al presentar el informe ,
vinculado a un sociómetro ya publicado en 2014.
Pastor y los suyos, que airearon su acusación a los
medios de comunicación, no descubrieron
el medierráneo anunciado pero no por eso han pedido disculpas ni han reconocido
su error. Gajes del oficio. De un triste oficio en el que la función parlamentaria mal
entendida lleva a determinados dirigentes a convertir la actividad pública en
una tómbola de feria en la que se dispara a todo lo que está enfrente. Y eso,
aunque, se hayan formalizado alianzas de estabilidad que , reconociendo el
margen de cada cual para el ejercicio partidario, deberían servir para evitar
agresiones gratuitas y falsas como la reseñada. Sé que episodios como este son
menores y que no van a ningún lado, pero la diferencia, el libre discurso de
cada cual debe tener, cuando menos, un
sustrato mínimo de responsabilidad y seriedad. Algo que no todos en el partido
socialista de Euskadi llegan a comprender,
poniendo en más de un brete a Idoia Mendia y al equipo que ha decidido
fortalecer los lazos de colaboración con los nacionalistas.
Otra cosa bien distinta es el azaroso esfuerzo que
empeña nuestro “Frank de la selva” particular, el secretario vizcaino de
organización del PP, empeñado, como sea en encontrar la serpiente del verano
con sus reiteradas denuncias de supuestas
irregularidades, ilegalidades, etc, cometidas por el PNV y lo que eufemísticamente ha denominado en
algún caso “corrupción legal”. El
compañero de Rato, Bárcenas y tanto insigne popular ha pedido ante los medios que el ex lehendakari Ardanza explicite
públicamente su patrimonio. Un desnudo integral como los de antaño en
“Interviu”.
No va más, como en el casino. Intentando la
notoriedad y la controversia a cualquier precio. En paralelo, pero en privado,
sus correligionarios del PP, pedirán al PNV un “acercamiento” o una
aproximación de posturas para recuperar la confianza perdida.
Será difícil, aunque los exploradores de Rajoy,
hayan enviado ya un mensaje conciliador. Y es que “a Mariano se le ha pasado ya
el cabreo por lo de Maroto y Vitoria”.
Si la cuestión no es de talante, sino de talento.
Porque de poco talento puede calificarse la extemporánea entrevista del ministro de interior, Fernández Díaz con
el investigado judicialmente Rodrigo Rato. Extemporánea, improcedente y sospechosa
cita que recuerda un cambalache. El PP de Rajoy no consigue separarse del
sambenito de la corrupción por nada del mundo. Aunque lo haya intentado de
muchas maneras. Siempre se encuentra a
un dirigente popular que lo vuelve a enmarañar todo. Bien con la Púnica o con
cualquier otra trama.
Fernández Díaz,
ministro junto a García Margallo y Ana Mato, del círculo íntimo de
Rajoy, ha sido el último insensato en desbaratar los planeas blanqueadores del
gallego. Rajoy había establecido una hoja de ruta hacia las elecciones
generales que pretendía superar el coste de la corrupción. La bonanza
económica, la recuperación, el desafío catalán, la renovación interna…Ese era
el camino, Había “monitorizado” a “Ciudadanos”. Había hecho suyas sus
propuestas más llamativas. La reforma
constitucional que ahora dice estar dispuesto a abordar, es una copia exacta a
la que hace meses presentara Albert Rivera. Han coincidido en todo. Hasta tomar
como base de la misma el informe elaborado por el Consejo de Estado en
2006. Unas recomendaciones que pronto ha asumido como propias el
magistrado Rubio Llorente, presidente entonces de aquel organismo.
El presidente español y presidente del PP tenía toda
le estrategia diseñada. Nada debía interferir, y a las primeras de cambio, uno
de sus más leales colaboradores, se entrevista oficialmente con Rodrigo Rato,
el hombre que más daño ha hecho últimamente a la imagen del partido de Génova.
Una calamidad.
Mariano Rajoy sabe que las encuestas le siguen sin
dar la mayoría que anhela. Que no le servirán ni los votos que obtenga
“Ciudadanos”. Que necesita más aliados, o cuando menos desactivar a quienes
puedan sumarse a opciones de cambio. De ahí que se le haya podido pasar el
cabreo “por lo ocurrido en Vitoria con Maroto”. Todo es táctico. Posiblemente
hasta su intención de reforma constitucional. Pero hacer perfecto el plan que
ha dibujado , le obligará a ser implacable con quien le vuelva a enmarañar con
la turbia relación de casos bochornosos
en los que el PP se ha visto envuelto. “Cuerpo a tierra, que vienen los míos”
habrá pensado tras el incidente de Fernández Díaz. Y no es para menos.
Las explicaciones del ministro en la comisión del
Congreso, lejos de despejar hipótesis, han servido para cerciorarse de que
Fernandez Díaz metió la pata y no la ha
querido sacar. Tan locuaz a veces, el
ministro de la porra fue ayer parco,
oscuro y poco convincente. Como para mandarle a casa por torpe.
Lo que ocurre es que mientras a Rajoy todo se le
tuerce, enfrente sigue sin aparecer con fuerza una alternativa de cambio. Pedro
Sánchez ha vuelto a tropezar en Madrid y sus barones de siempre le han
recordado el carácter jacobino del socialismo español, negando, dentro del
federalismo que tanto se habla y tan poco se conoce, una alternativa asimétrica
para Catalunya.
Más escorados, “Podemos” sigue siendo una incógnita,
si bien la soberbia de Pablo Iglesias comienza a asustar, o cuando menos a generar
prevenciones. Y los de “Ciudadanos” parecen desactivarse, como si su función
fundamental de hacer despertar al PP les hubiera reconfortado suficientemente,
dando por cumplido su cometido.
Todos se miran de reojo. Hasta el 13 o el 20 de diciembre queda un
mundo. Y antes, la política pasará por Catalunya. En política, cinco meses
puede ser poco tiempo, pero demasiado para meter la pata.
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