viernes, 14 de agosto de 2015

METER LA PATA



Suele ocurrir. Cuando uno se preocupa más de lo que hacen los demás que de lo que debería hacer él mismo,  se cometen errores de grueso calibre. Aunque resulten intrascendentes y pasen inadvertidos para el público en general. 

El Partido Socialista de Euskadi, o al menos una parte de su representación, parece estar más pendiente de lo que hace o deja de hacer el gobierno de Urkullu que de  resolver sus múltiples carencias. “Marcar perfil” lo califican, sin darse cuenta de que lo que hacen es todo lo contrario, chupar rueda de las dinámicas que otros marcan.

Esa manera de hacer oposición acosando a preguntas parlamentarias  que buscan la contradicción, les ha llevado a ver lo que no hay, es decir , a interpretar un hecho inexistente, para inmediatamente juzgarlo a modo de crítica feroz. Y tal afán por el acoso injustificado termina en un ridículo que haría sonrojar a cualquiera, si bien a algunos parlamentarios socialistas eso del ridículo es una materia en la que no necesitan examen pues la tienen ampliamente acreditada.

La cuestión es que el PSE solicitó al Gobierno vasco le fuera facilitada una copia de un informe, de coste cercano a los 20.000 euros, solicitado por el ejecutivo de Urkullu para , según interpretación socialista, la elaboración del “nuevo estatus político de Euskadi”. El partido que en la cámara de Gasteiz representa Jose Antonio Pastor, llevaba días “marcando perfil al respecto”, buscando un discurso artificial que escondiera sus propias carencias al respecto. El PSE, que no tiene olvidado el control que el PNV hizo a Patxi López desde la oposición, creyó encontrar “petróleo” en el informe requerido. Y se encontró con que el estudio en cuestión no era ni nuevo, ni tenía que ver con la materia apuntada. Así lo clarificó transparentemente el Gobierno vasco al  presentar el informe , vinculado a un sociómetro ya publicado en 2014.

Pastor y los suyos, que airearon su acusación a los medios de comunicación,  no descubrieron el medierráneo anunciado pero no por eso han pedido disculpas ni han reconocido su error. Gajes del oficio. De un triste oficio  en el que la función parlamentaria mal entendida lleva a determinados dirigentes a convertir la actividad pública en una tómbola de feria en la que se dispara a todo lo que está enfrente. Y eso, aunque, se hayan formalizado alianzas de estabilidad que , reconociendo el margen de cada cual para el ejercicio partidario, deberían servir para evitar agresiones gratuitas y falsas como la reseñada. Sé que episodios como este son menores y que no van a ningún lado, pero la diferencia, el libre discurso de cada cual  debe tener, cuando menos, un sustrato mínimo de responsabilidad y seriedad. Algo que no todos en el partido socialista de Euskadi  llegan a comprender, poniendo en más de un brete a Idoia Mendia y al equipo que ha decidido fortalecer los lazos de colaboración con los nacionalistas.

Otra cosa bien distinta es el azaroso esfuerzo que empeña nuestro “Frank de la selva” particular, el secretario vizcaino de organización del PP, empeñado, como sea en encontrar la serpiente del verano con sus reiteradas denuncias de supuestas  irregularidades, ilegalidades, etc, cometidas por el PNV  y lo que eufemísticamente ha denominado en algún caso “corrupción legal”.  El compañero de Rato, Bárcenas y tanto insigne popular  ha pedido ante los medios que  el ex lehendakari Ardanza explicite públicamente su patrimonio. Un desnudo integral como los de antaño en “Interviu”.

No va más, como en el casino. Intentando la notoriedad y la controversia a cualquier precio. En paralelo, pero en privado, sus correligionarios del PP, pedirán al PNV un “acercamiento” o una aproximación de posturas para recuperar la confianza perdida.

Será difícil, aunque los exploradores de Rajoy, hayan enviado ya un mensaje conciliador. Y es que “a Mariano se le ha pasado ya el cabreo por lo de Maroto y Vitoria”.

Si la cuestión no es de talante, sino de talento. Porque de poco talento puede calificarse la extemporánea entrevista  del ministro de interior, Fernández Díaz con el investigado judicialmente Rodrigo Rato. Extemporánea, improcedente y sospechosa cita que recuerda un cambalache. El PP de Rajoy no consigue separarse del sambenito de la corrupción por nada del mundo. Aunque lo haya intentado de muchas maneras. Siempre se encuentra  a un dirigente popular que lo vuelve a enmarañar todo. Bien con la Púnica o con cualquier otra trama.

Fernández Díaz,  ministro junto a García Margallo y Ana Mato, del círculo íntimo de Rajoy, ha sido el último insensato en desbaratar los planeas blanqueadores del gallego. Rajoy había establecido una hoja de ruta hacia las elecciones generales que pretendía superar el coste de la corrupción. La bonanza económica, la recuperación, el desafío catalán, la renovación interna…Ese era el camino, Había “monitorizado” a “Ciudadanos”. Había hecho suyas sus propuestas  más llamativas. La reforma constitucional que ahora dice estar dispuesto a abordar, es una copia exacta a la que hace meses presentara Albert Rivera. Han coincidido en todo. Hasta tomar como base de la misma el informe elaborado por el Consejo de Estado en 2006.  Unas recomendaciones  que pronto ha asumido como propias el magistrado Rubio Llorente, presidente entonces de aquel organismo.

El presidente español y presidente del PP tenía toda le estrategia diseñada. Nada debía interferir, y a las primeras de cambio, uno de sus más leales colaboradores, se entrevista oficialmente con Rodrigo Rato, el hombre que más daño ha hecho últimamente a la imagen del partido de Génova. Una calamidad.

Mariano Rajoy sabe que las encuestas le siguen sin dar la mayoría que anhela. Que no le servirán ni los votos que obtenga “Ciudadanos”. Que necesita más aliados, o cuando menos desactivar a quienes puedan sumarse a opciones de cambio. De ahí que se le haya podido pasar el cabreo “por lo ocurrido en Vitoria con Maroto”. Todo es táctico. Posiblemente hasta su intención de reforma constitucional. Pero hacer perfecto el plan que ha dibujado , le obligará a ser implacable con quien le vuelva a enmarañar con la turbia relación  de casos bochornosos en los que el PP se ha visto envuelto. “Cuerpo a tierra, que vienen los míos” habrá pensado tras el incidente de Fernández Díaz. Y no es para menos.

Las explicaciones del ministro en la comisión del Congreso, lejos de despejar hipótesis, han servido para cerciorarse de que Fernandez Díaz  metió la pata y no la ha querido sacar. Tan locuaz  a veces, el ministro de la porra fue ayer  parco, oscuro y poco convincente. Como para mandarle a casa por torpe. 

Lo que ocurre es que mientras a Rajoy todo se le tuerce, enfrente sigue sin aparecer con fuerza una alternativa de cambio. Pedro Sánchez ha vuelto a tropezar en Madrid y sus barones de siempre le han recordado el carácter jacobino del socialismo español, negando, dentro del federalismo que tanto se habla y tan poco se conoce, una alternativa asimétrica para Catalunya.

Más escorados, “Podemos” sigue siendo una incógnita, si bien la soberbia de Pablo Iglesias comienza a asustar, o cuando menos a generar prevenciones. Y los de “Ciudadanos” parecen desactivarse, como si su función fundamental de hacer despertar al PP les hubiera reconfortado suficientemente, dando por cumplido su cometido.

Todos se miran de reojo.  Hasta el 13 o el 20 de diciembre queda un mundo. Y antes, la política pasará por Catalunya. En política, cinco meses puede ser poco tiempo, pero demasiado para meter la pata.

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