viernes, 20 de febrero de 2015

AVISO A NAVEGANTES

No hay día que pase  en el que la Izquierda Abertzale, a través de una pléyade de portavoces, parlamentarios, territoriales, locales,  se dedique a acusar públicamente al PNV de cometer presuntas ilegalidades allí donde gobierna y ha gobernado. No hay día que no se conozcan acciones de EH Bildu tendentes a impulsar procedimientos judiciales, comisiones de investigación y denuncias  que tengan al PNV como centro de una diana en un intento permanente de menoscabo de su imagen y confianza.

No hay día en que no se mezcle una cosa con otra. En el que la calumnia y la injuria sobrevuelen bajo el amparo de la libertad de expresión, el aforamiento  de la condición parlamentaria o la supuesta práctica del control opositor respecto al gobierno. Todos tenemos en mente el listado de portavoces  que como gota malaya siguen al pie de la letra una estrategia de acoso y derribo pertinaz  y machacona.

En paralelo, y como si fuera un trastorno de doble personalidad, los dirigentes de la Izquierda Patriótica atemperan su discurso y , desde septiembre del curso pasado,  se dedican a predicar la necesidad de consenso, de acuerdos globales a los que invitan, con mano tendida, al PNV. Compartir hoja de ruta  en la “vía vasca”. A diseñar caminos comunes para la paz y la convivencia.

Comprometieron su palabra para hacer aportaciones políticas alejadas de su lenguaje tradicional para posibilitar el encuentro Asumieron que tomarían decisiones que allanaran el camino.  Pero, pasado el tiempo, sólo quedan los enunciados públicos. Las intenciones  bienintencionadas aireadas con resorte mediático. Invocaciones y peticiones de propaganda.

No se compadece la voluntad de acuerdo con la machacona insistencia por  cercenar la imagen pública del PNV. Es como si en la Izquierda Abertzale se produjera una patología de licantropía. Durante el día  manifiesta una sensibilidad de renovada concordia y ánimo colaborativo y ya por la noche, sus genes resucitan los atávicos impulsos de destrucción  y agresividad.

¿Alguien se cree de verdad  que es posible estrechar la mano de quien pretende darte un mordisco?.

Desde hace meses, el PNV mantiene una línea abierta de diálogo directo con la representación genuina de la Izquierda Abertzale, Sortu. Representantes de ambas formaciones han compartido puntos de vista, diagnósticos, reproches  y hasta desencuentros. El primer objetivo de tales contactos resultada evidente y necesario; normalizar las relaciones de dos de las formaciones políticas con mayor relevancia en el país. Hablarse, comunicarse, siempre ha sido un valor a cultivar. Máxime cuando se ha vivido de espaldas durante años, cunado no enfrentados. Además, la cercanía personal, el conocer al de enfrente siempre posibilita mejor ponerse en sus pantalones, conocer sus apreturas, sus inquietudes, sus problemas.

En tal sentido, los contactos PNV-Sortu,  como los que  se mantienen con otras formaciones políticas, deben ser calificados de positivos. Cosa diferente son los resultados de dicha aproximación.

Ambos partidos son conocedores de los límites que cada cual dispone a la hora de establecer puntos de acuerdo. Flexibilizar posiciones,  favorecer el diálogo directo y minimizar el  impacto de los mensajes intercambiados a través de los medios de comunicación debe ser una tarea básica para poder entrar en el umbral de la confianza recíproca. Probablemente, cada parte tendrá sus balones en tejados propios, decisiones  que ellos y sólo ellos deberán responder.

Las “garantías” que el PNV exige a la Izquierda Abertzale para poder avanzar  en cuestiones básicas como el autogobierno o la consolidación de la paz y la convivencia, son nítidas y concretas. Las conoce Sortu y pese a su compromiso de dar una respuesta, ésta no termina por llegar. Por el contrario, el feroz ataque al PNV se ha visto recrudecido desde todos los ámbitos de la Izquierda Abertzale. Se  deslegitima al Lehendakari Urkullu, a quien  se identifica como “obstáculo” para el acuerdo. Arrecian las demandas judiciales y se vincula abiertamente y tendenciosamente a los jeltzales con la corrupción política. Se traspasa el límite de lo tolerable y la confianza tejida laboriosamente durante meses comienza a ceder. Homo homini lupus. Sin luna llena en el firmamento,  el hombre lobo es cada vez menos hombre y más lobo.

La identificación del PNV como el “enemigo” de la Izquierda abertzale ha sido una estratagema que tradicionalmente le ha salido bien a Sortu-Batasuna.  La plasmación del chivo expiatorio les ha servido, en momentos de difícil cohesión interna, para “acumular fuerzas”,  para centrar el foco de atención fuera de su ámbito y liberarse de presiones. La falta de resultados en relación a los presos, la inexistencia de “proceso”, de “negociación”, la constatación de que su estrategia ha fallado,  que sólo les queda volver a mover ficha por sí mismos o esperar que el mundo cambie, ha traído consigo  alternativas de “distracción” para tener centrada a la parroquia.  Y la ofensiva al PNV siempre les ha dado buenos réditos en términos de “unidad”. Señuelos políticos como “la vía vasca a la independencia” o los “100.000 cafés” para socializar su propuesta – con mitin multitudinario en el BEC incluido- son  herramientas para mantener a su base social entretenida y ocupada. Para que no se distraiga y se ocupe de mantener la tensión electoral. Porque un fracaso en los próximos comicios podría suponer para los actuales dirigentes de la  Izquierda Abertzale  un grave contratiempo y un cuestionamiento del camino emprendido.

El PNV no tolera ya más ataques contra su honorabilidad y su buen nombre. Se ha pasado el límite de la decencia. La acción política es un compromiso en la búsqueda del bien común, y en nuestro caso, de Euskadi, de la sociedad vasca.  Convertir esta actividad en  una refriega de estercolero  sólo beneficia a quienes pretenden derribar  las conquistas que entre todos hemos alcanzado. Los que  en el pasado apostaron por la tierra quemada y ahora  están demostrando ser incapaces de adaptarse a la convivencia democrática.

Vivimos unos días en los que, a tenor de los comportamientos  de unos  y otros,  lo que algunos están haciendo da asco. Y no porque haya comportamientos podridos que envilezcan  la gestión pública.  Si los hay o ha habido que se investiguen, se juzguen y, llegado el caso, se condenen. Con todas las garantías procesales y bajo el principio de la  presunción de inocencia.

Asquea el macartismo, la  persecución, guillotina en mano, del adversario. Asquea la barra libre,  el todo es lícito en una pugna electoral.  Repugna la impostura, la falta de responsabilidad. A esto se unen las “almas en pena”  que buscan encontrar su camino  dando bandazos, sin saber lo que quieren o lo que no. Y en ese sin vivir,  les da igual “arre” que “so”. Por no hablar de los partidos “zombis”. Los que sintiéndose muertos vivientes,  no tienen empacho en morder aquí o allá. Hasta se atacan  ellos mismos en una deriva autodestructiva que les llevará a la marginalidad representativa. Los mismos que antes no resistían verse retratados en el mismo encuadre que los herederos de “Batasuna” y ahora,  sin el más mínimo sonrojo, comparten con ellos la estrategia del “ventilador”. 

Causa escándalo que sólo hablemos de esto. De insultarnos. En lugar de dedicarnos a construir país, sociedad, convivencia y bienestar.

Sí, causa repelús.  Aunque haya  algunos cronistas, o editores destacados a los que un hilillo de saliva se les escape por la comisura del labio como regusto reprimido de quien disfruta del espectáculo. Divulgadores proactivos que harán lo posible para que continúe el esperpento.  Y cuando la reputación de todos haya menguado lo suficiente reclamarán  “responsabilidad política” y “altura de miras”.

Euskadi no se merece esto. No nos merecemos ni hombres-lobo, ni zombis,  ni espectros que sorprenden con sus erráticas apariciones. Nos merecemos recuperar la sensatez y el sentido común. El nuevo tiempo que queremos construir sólo puede sustentarse en una confianza recíproca de quienes pretendemos convivir en este país.  Continuar en la difamación y en descrédito romperá los frágiles puentes  ahora construidos. Sin ellos no habrá ni comunicación ni diálogo. Y mucho menos acuerdo posible. Aviso a navegantes.


1 comentario:

  1. Koldo, siempre he pensado lo mismo, con estos no" podemos" ir a ningún lado. Siguen ofreciendo una Euskadi e incluso Euskal Herria gris. Creo que debemos desterrar ese color de nuestra tierra y seguir como hasta ahora. Seguir creando y construyendo, apostando y sacrificando ideales mayores por una sociedad solvente y sonriente.
    Mi sueño es como el de cualquier vasco, una Euskadi independiente sin dejar fuera a nadie. Sumar es lo correcto y sobre todo respetar.
    La máxima figura institucional es el Lehendakari, mi Lehendakari, nuestro Lehendakari el máximo responsable de nuestro pueblo. Quien quiera ver a Iñigo Urkullu Renteria como un obstáculo, es el verdadero obstáculo. Iñigo es el Lehendakari de todos.Mientras no asuman que es el suyo también vamos mal. No me refiero por Iñigo, cualquier otro seguiría siendo un obstáculo y eso se llama ser dictador desde la oposición. Betiko modun guk geurea.

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