martes, 2 de julio de 2013

LA DESCORTESÍA DE JORGE FERNÁNDEZ DÍAZ

Jorge Fernández Díaz, actual Ministro del Interior español , no es hombre “equidistante”. No le gusta el equilibrio, ni la prudencia. Jorge Fernández Díaz es una persona escorada. Voluntariamente descompensada. Diríamos que un poco integrista.


Son conocidas sus posiciones ultraconservadoras, al más puro estilo del Opus Dei. Lo que desconocíamos de él era su perfil maleducado y descortés. Lo puso en evidencia la pasada semana, en las instalaciones del Congreso de los Diputados.

Allí se celebraba el “día de las víctimas del terrorismo”, una conmemoración que pretendía rendir homenaje y memoria a los centenares de personas que, en carne propia habían padecido la barbarie de la violencia y el fanatismo.

Hasta la Carrera de San Jerónimo se había desplazado una delegación del Gobierno Vasco para rendir tributo de memoria y reconocimiento al conjunto de las víctimas del terror. Acudieron la Consejera de Seguridad, Estefanía Beltrán de Heredia, el Secretario General de Paz y Convivencia, Jonan Fernández, la Directora de Derechos Humanos, Mónica Hernando, así como una representación de la Ertzaintza.

Los servicios de protocolo del Congreso no tuvieron su mejor día a la hora de situar a la delegación vasca en los palcos de la Cámara. La Consejera fue ubicada entre altos cargos militares y el resto de la delegación fue desperdigada en una bancada desierta de invitados.

Concluido el acto oficial, la delegación del Gobierno vasco se encontró en el hall del Parlamento con los portavoces del Grupo Vasco en Congreso y Senado, Aitor Esteban y Jokin Bildarratz respectivamente. Allí, mientras departían amigablemente, se aproximó el Ministro de Interior. Fernández Díaz saludó cordialmente a ambos portavoces y a la Consejera de Seguridad. Pero, hete aquí, que cuando llegó a la altura del Secretario General de Paz y Convivencia, Fernández Díaz, en un gesto reprobable y malicioso, retiró el saludo y desairó a Jonan Fernández.

El Ministro de Interior representa al Gobierno español y Jonan Fernández al Gobierno vasco. Su descortesía merece una rectificación y una excusa. Que, esperemos, llegue más pronto que tarde.

Diferencias a un lado,  la lealtad institucional debe presidir las relaciones intergubernamentales. Aunque la representación de alguna de ellas esté compuesta por energúmenos poco “equidistantes”, el respeto debe estar siempre por encima de la soberbia y el odio.

A Fernández Díaz le deberían enseñar modales democráticos. Hasta el reverendo Pasley, líder unionista en Irlanda del norte, supo mantener la compostura y estrechar la mano de Gerry Adams. Por no hablar de Martin McGinness y la reina Isabel II.
Pero, en el Gobierno de España, ya se sabe, todo es diferente. Hasta la educación.

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